La leyenda de
Sémele y Zeus
Dentro de la tradición
tebana, Sémele era hija de Cadmo, rey de Tebas, y Harmonía. Elegida por Zeus
como amante, de este engendró a Dionisos en uno de sus encuentros furtivos. La
esposa del dios, Hera, celosa por los encuentros de su esposo con Sémele, le
sugirió a esta bajo la forma de la vieja Béroe (quien fuera la nodriza de la
muchacha) que dejara su relación con Zeus pero, al no lograr su propósito,
decidió que lo mejor sería castigar a la joven amante.
A este respecto Hera le
dijo que, en verdad, estaba siendo engañada pues su verdadero amante no era
Zeus, sino un hombre normal y corriente que se hacía pasar por la divinidad
aprovechándose para ello de su ingenuidad. Ante esto, y si quería estar segura,
debería de pedirle que este le diera alguna prueba de su poder e inmortalidad.
Dicho esto, Sémele no dudó
en ir a pedirle a Zeus que le demostrara todo su poder y, este, feliz porque a
esas alturas ella ya estaba embarazada, le prometió que le daría todo cuanto
ella deseara. Ella, perseguida por las palabras de Hera, le imploró que se le
apareciera en todo su esplendor y, aunque el dios trató de persuadirla para que
pidiera otra cosa, no encontró el modo de convencerla.
Siendo esto imposible, y
al parecer como ella le pedía Zeus en toda su magnificencia, los rayos que este
desprendía acabaron por abrasar a Sémele. El niño que esta estaba gestando fue
arrancado de su vientre por Hermes, cosiéndolo al muslo de Zeus y es por ello
por lo que, cuando el bebé nació, se le bautizó como Dioniso (“el dos veces
nacido”).
Cuenta la leyenda que,
posteriormente, fue precisamente Dioniso quien la rescató del Hades, siendo a
partir de entonces adorada como Tione (“la ardiente), diosa del matrimonio.
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