“Los griegos fueron de
origen campesino y su religión conservó siempre el carácter que le dieron en un
principio aquellos hombres apegados a la tierra. El campesino, apenas
levantado, se asoma a la puerta de su casa y en la madrugada de la mañana, con
temor y respeto, eleva su mirada hacia la colina cercana. Allí, en la altura,
reside un dios todopoderoso, Zeus, que puede convocar todas las nubes y
distribuir las lluvias”. (Abramovicz, 2005).
Al pasar cerca de un
montón de piedras (un herma), parecido a todos los que a través de los campos
jalonan su camino, se inclina, recoge una piedra y piadosamente la coloca sobre
las otras; este montículo es sagrado: Hermes, el dios de los viajeros, lo habita.
“Era el mensajero de los
dioses. Tenía un sombrero y sandalias aladas y llevaba una varita mágica, con
serpientes enrolladas y alas en la parte superior. Es Mercurio para los
romanos. Guiaba a las almas de los muertos hacia el submundo y poseía poderes
mágicos sobre el sueño. Era también el dios del comercio, protector de
comerciantes y pastores”. (Martínez, 2007).
Un gesto suyo, torpe o
descuidado, en el mundo viviente y sensible que lo rodea, puede ofender a un
dios, herirlo y desatar su cólera. Si sube a la montaña penetra en el ámbito
menos familiar de los dioses que allí viven. Las divinidades de la naturaleza
se agitan constantemente a su alrededor. Las ninfas de las aguas y de los
bosques pasan escoltadas por la “dama de los lugares salvajes”. Artemisa, y el
marino que osa aventurarse en el mar se somete a los caprichos de un dios
irritable y celoso: Poseidón. Las olas del mar están pobladas de nereidas y
sirenas que poseen la seducción mortal de los mundos desconocidos. Ante esta
naturaleza extraña, a menudo hostil, el griego se siente seguro en su casa,
protegido por Zeus, y cerca de sus genios domésticos.
Los griegos viven entre
los innumerables dioses que ellos mismos han esparcido por el mundo. Unos son
humildes divinidades de la caza y de los campos, asociadas a la existencia
cotidiana; otros, grandes dioses más lejanos, que suelen manifestarse por
ciertos signos: truenos, relámpagos o sueños y hasta se mezclan con los
hombres, ¿Este extranjero, este mendigo —se suelen preguntar— no será un dios
disfrazado?
Los griegos le atribuyen a
la mayoría de los dioses, apariencia y sentimientos humanos. En los tiempos
primitivos de su civilización, el griego había sentido la debilidad del hombre
frente a las fuerzas desconocidas que lo asedian y amenazan. Incapaz de
explicarlas, las atribuye a voluntades superiores a la suya, es decir, a
voluntades divinas. Las venera bajo todas las formas en que se manifiestan: en
la piedra, en el animal, en el viento, en el rayo. Después las va modelando a
su imagen; un dios que tiene forma de hombre puede inspirar temor y respeto,
pero no el horror a lo desconocido.
La Mitología griega son
creencias y observancias rituales de los antiguos griegos, cuya civilización se
fue configurando hacia el año 2000 a.C. Consiste principalmente en un cuerpo de
diversas historias y leyendas sobre una gran variedad de dioses. La mitología
griega se desarrolló plenamente alrededor del año 700 a.C. Por esa fecha
aparecieron tres colecciones clásicas de mitos: la Teogonía del poeta Hesíodo y
la Iliaday la Odisea del poeta Homero.
La mitología griega tiene varios rasgos distintivos.
Los dioses griegos se parecen exteriormente a los seres humanos y revelan
también sentimientos humanos. A diferencia de otras religiones antiguas como el
hinduismo o el judaísmo, la mitología griega no incluye revelaciones especiales
o enseñanzas espirituales. Prácticas y creencias también varían ampliamente,
sin una estructura formal — como una institución religiosa de gobierno — ni un
código escrito, como un libro sagrado.
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